El Día Mundial de la Salud Digestiva, impulsado por la Organización Mundial de Gastroenterología (WGO, por sus siglas en inglés), se conmemora cada 29 de mayo con campañas de Salud Pública enfocadas en una enfermedad o trastorno digestivo, para sensibilizar sobre su diagnóstico, prevención y tratamiento.
El tema central de la de 2021 es Obesidad: una pandemia en curso, a fin de resaltar el impacto mundial de esta condición patológica, que se incrementa por factores genéticos y ambientales, hasta convertirse actualmente en una pandemia con consecuencias nefastas para la salud.
La obesidad se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, hipertrofia general del tejido adiposo. Esta se define cuando se documenta la presencia de un índice de masa corporal (IMC) mayor de 30 kg/m2. En el mundo se estima que existen cerca de 650 millones de personas obesas, y este hecho ha motivado a que la Organización Mundial de la Salud, se pronuncie como uno de los 10 principales riesgos para la salud a nivel global.
Constituye un factor de riesgo para enfermedades crónicas como las cardíacas, diabetes, hipertensión arterial e ictus. Además, diversos estudios científicos realizados hasta el presente han documentado la asociación con una peor evolución y pronóstico de la COVID‐19 cuando coexisten con enfermedades crónicas no transmisibles, lo que incluye a la obesidad.
El riesgo de muerte súbita de los obesos es tres veces mayor que el de los no obesos, y es el doble para el desarrollo de insuficiencia cardíaca congestiva (ICC), enfermedad cerebrovascular (ECV) y cardiopatía isquémica (CI), mientras la posibilidad de desarrollar diabetes mellitus (DM) es 93 veces mayor cuando el índice de masa corporal (IMC) pasa de 35.
Ser una persona obesa conlleva a diversos riesgos en el ámbito biológico, psicológico y social. Los riesgos biológicos se manifiestan a corto, mediano y largo plazo a través de diversas enfermedades. Son frecuentes las apneas durante el sueño, menor tolerancia al ejercicio, tendencia a las fatigas con facilidad, lo que dificulta la participación en deportes o actividades físicas; además pueden agravarse los síntomas asmáticos o aumentar las probabilidades de desarrollar asma, pudiéndose encontrar pruebas de función pulmonar anormales en casos severos.
Desde el punto de vista psicológico puede provocar depresión, trastornos de la conducta alimentaria, aislamiento y disminución de la autoestima, lo que suele a afectar las relaciones personales, familiares y académicas. También son propensos a caer en conductas adictivas. Socialmente puede perjudicar a los individuos a la hora de encontrar trabajo o pareja, y en general disminuye la calidad de vida de los que la padecen.
Se han identificado factores genéticos que explican la mayor susceptibilidad de algunos individuos a la obesidad. Los genes de una persona pueden afectar la cantidad de grasa que se almacena y cómo se distribuye. La genética también juega un papel importante en cómo el cuerpo convierte eficientemente los alimentos en energía y cómo quema calorías durante el ejercicio.
No obstante, el incremento tan abrupto de la prevalencia de la obesidad y su gran extensión en las últimas décadas se debe principalmente a cambios importantes en la alimentación de la población, al patrón de actividad física y a otros factores de índole socio-cultural.
El aumento del consumo de grasas saturadas y de carbohidratos, la disminución de la ingestión de frutas, vegetales y pescado, así como de la actividad física o su ausencia total, y el incremento del sedentarismo al permanecer demasiado tiempo viendo televisión o trabajar una gran cantidad de horas en la computadora, son algunas de las causas fundamentales en el desarrollo de este problema de salud mundial.
El historial familiar también influye, y no solo por la genética. Los miembros de la familia tienden a tener hábitos alimenticios y de estilo de vida similares. Si uno o los dos padres son obesos, es mayor el riesgo de serlo.
Para el tratamiento de la obesidad es necesario conocer las causas que la generan. La principal conducta en la Atención Primaria de Salud, para el manejo de este trastorno metabólico es evitar que los infantes o adolescentes lleguen a ser obesos. Es recomendable entregarles materiales de contenidos educativos que estimulen hábitos de vida saludable con una dieta sana y actividad física adecuada. El objetivo de su tratamiento es disminuir los riesgos asociados a la obesidad.
A fin de controlar la epidemia mundial de obesidad, la acción clave es la prevención, la cual debe tener en cuenta la creación de oportunidades para que los estilos de vida saludables estén al alcance de todos. De ahí que la promoción de la salud sea la estrategia fundamental, procurando abarcar no solo al individuo, sino a todos los componentes de la sociedad.
Este padecimiento puede ser tratado con un adecuado enfoque médico y terapéutico. El principal desafío para la WGO es brindar atención asequible a personas con obesidad y sus comorbilidades en un apropiado contexto económico, cultural y social.
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