Por estos días se comenta lo indispensable que resulta actuar con responsabilidad, disciplina y compromiso social. Ello no constituye retórica y menos saturación de mensajes sobre percepción de riesgo transmitidos a la población, ante la presencia de la COVID-19 y otros flagelos como el dengue, Zika, y demás enfermedades oportunistas que preferentemente acechan al país en esta etapa del año.
A través de los diferentes medios de comunicación, incluyendo sitios digitales nacionales y foráneos, se viene brindando amplia información sobre la situación del virus letal que globalmente ha causado a la humanidad millones de contagios y un considerable número de fallecidos, además de acelerar la crisis económica y financiera mundial.
De igual manera puede constatarse en hogares, centros de trabajo y entorno de cada ciudadano, preocupación ante la permanencia de la epidemia en el orbe y su incidencia en la Isla. Sin embargo, a diferencia de otras naciones, la Mayor de las Antillas ha demostrado fortalezas en su Sistema Nacional de Salud, el cual comenzó ha desarrollarse vertiginosamente a partir del triunfo revolucionario de 1959.
El país cuenta con una infraestructura sanitaria orientada a los servicios de atención primaria y preventiva en barrios y comunidades, lo cual ha coadyuvado a minimizar el número de enfermos graves, críticos y contagiados con respecto al comportamiento internacional, incluso de países altamente industrializados de Europa y América.
Cuba, con su potencial científico se encuentra inmersa en varios proyectos de candidatos vacunales, y el más conocido Soberana 01 está en fase de ensayo clínico con resultados alentadores hasta el momento, lo que constituye un logro significativo de la ciencia al servicio del pueblo.
Estos indiscutibles avances no pueden hacer que se pierda la percepción de riesgo, en la excesiva confianza está el peligro. Todavía la COVID-19 hace estragos, es un virus altamente contagioso y solo con estrictas medidas de observancia ante las disposiciones emitidas por las autoridades de Salud, el Partido y el Gobierno, podrá alcanzarse la victoria.
Hasta hoy la vacuna más efectiva es proceder con responsabilidad, mantener el distanciamiento social, usar el nasobuco y emplear el hipoclorito de sodio y lavado de manos y superficies.
Los habaneros seguirán respondiendo con el altruismo que les caracteriza e impedirán que este y otros flagelos continúen dañando la paz y los sueños de sus compatriotas.
Unidos en esta ardua batalla por la vida; ¡Venceremos!
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