El 23 de mayo es el Día Internacional para la Erradicación de la Fístula Obstétrica, una fecha proclamada por las Naciones Unidas para tratar de terminar con un problema grave que sufren muchas mujeres en el parto, sobre todo en países con sistemas sanitarios deficitarios.
La fístula obstétrica es una de las consecuencias más graves de un parto con complicaciones y ocurre cuando la cabeza del bebé comprime los tejidos blandos durante mucho tiempo, causando la falta de flujo sanguíneo en una zona, y la necrosis del tejido, de forma que se produce un agujero entre el canal del parto y el uréter, o entre la vagina y el recto.
Las mujeres que lo sufren y no son intervenidas, padecen de incontinencia urinaria y/o fecal, y en muchos casos, viven avergonzadas y son rechazadas por sus propias familias y comunidades.
La fístula ha sido totalmente eliminada en países de ingresos medios y altos de todo el mundo. Sin embargo en los países más pobres de África, Asia, América Latina y El Caribe, se estima que más de dos millones de mujeres viven con esta lesión. Y cada año se producen entre 50.000 y 100.000 casos nuevos.
A medida que los países luchan contra la pandemia de coronavirus, la lucha contra la fístula obstétrica debe continuar. Por las mujeres jóvenes que aún tienen una vida por delante, y por las mujeres que llevan toda una vida conviviendo con este problema.
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